Históricamente la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia (CUT) ha mostrado interés en la situación y condición laboral, sindical y política de las mujeres trabajadoras. Distintas iniciativas han sido lideradas, esencialmente, por las mujeres que han integrado el Comité Ejecutivo de la CUT y por las líderes de distintas organizaciones sindicales.
Desde la creación de la CUT, en 1986, se analizó en su congreso constitutivo la problemática de las mujeres trabajadoras en el país y se incluyó, en su plataforma de lucha, en el Artículo 60, lo referente a los derechos de las mujeres. Esto permitió la realización del Primer Congreso de la Mujer Trabajadora, en noviembre de 1987, cuyas conclusiones estuvieron referidas a: garantías frente al derecho al trabajo en la ciudad y el campo; seguridad social y la salud de las mujeres trabajadoras; situación de las mujeres en la legislación nacional e internacional; y, reivindicaciones específicas de las mujeres, acompañadas de un plan de acción que proyectó la creación del Departamento de la Mujer y la Niñez, entre otras propuestas.
Seis años después (1993), se logró materializar la conformación del Departamento de la Mujer, como la instancia de la Central encargada de liderar el desarrollo de las conclusiones de la CUT referidas al trabajo con las mujeres trabajadoras afiliadas a la Central. Desde ese espacio se adelantó un trabajo que permitió realizar el segundo, tercero y cuarto Congreso de la Mujer en la CUT. Temas y tesis de debate como la perspectiva de género; la dignificación del trabajo de las mujeres; la realidad de las mujeres nacional e internacionalmente; la participación sindical de las mujeres; la ley de cuotas; la solución política del conflicto armado; el plan de igualdad para las mujeres; la crisis del sindicalismo; la democracia, el poder y la representación; la construcción de la democracia interna en el Departamento de la Mujer; la discusión de clase y género, entre otras, hicieron parte de las discusiones de esos tres últimos congresos.
Este largo camino, recorrido por más de 27 años, muestra los avances logrados por y para las mujeres, para su empoderamiento en el movimiento sindical. Sin embargo, la falta de voluntad política para materializar las agendas construidas en los pasados congresos genera muchos interrogantes frente a las relaciones de género en el sindicalismo y en particular en la CUT.
Esto se evidencia en el hecho de que la participación y representación de las mujeres en la Central y sus organizaciones filiales no avanza en correspondencia con el trabajo realizado y, en un número considerable de organizaciones sindicales, se radicalizan las resistencias y en otras incluso se niega el debate, lo que impide un ejercicio democrático en el que las mujeres estén incluidas. Al respecto, la Corriente de Mujeres Sindicalistas de la CUT señaló, durante el V Congreso de la Central, que existen enormes dificultades del movimiento sindical para percibir de manera integral el trabajo que realizan las mujeres en todas sus dimensiones, debido a jerarquías entre producción y reproducción, lo que limita las posibilidades de formular políticas que lo remita a luchas concretas por la socialización del trabajo doméstico y la eliminación de las discriminaciones de sexo en el mercado laboral y en los lugares de trabajo.
La falta de comprensión de las razones que dan origen a las desigualdades de género, favorece la reproducción de la exclusión y discriminación de las mujeres en los escenarios sindicales a través de diversos discursos, en particular aquellos que trasladan a las mujeres la responsabilidad de su ausencia en los escenarios sindicales y políticos. Así las cosas, el movimiento sindical no asume como propia la responsabilidad de reconocer y transformar estas desigualdades de género y que éste sea considerado un tema menor, lo que genera resistencias, desconocimiento de las propuestas aprobadas y falta de sostenibilidad de las acciones. El avance de las mujeres no se sume como responsabilidad de la organización, sino como un compromiso que estas deben asumir, lo cual se traduce en la ausencia de políticas de género en las organizaciones.
Debemos decir que el compromiso y la persistencia de las mujeres refleja avances en su posicionamiento en algunas organizaciones sindicales y políticas, quienes, en medio de las dificultades señaladas, incursionan en los espacios de dirección, abriendo posibilidades para el debate y la construcción de propuestas para el trabajo de género, y hallando cada vez más aliadas y aliados.
Pero, aún falta mucho camino por recorrer para transformar la realidad de las mujeres en el ejercicio de la democracia y para alcanzar la igualdad de oportunidades y derechos en la sociedad. La CUT, y el sindicalismo en su conjunto, deben asumir el reto de alcanzar la igualdad y la justicia social. No es posible seguir hablando de la construcción de una sociedad más justa sin la participación de las mujeres.
María Rosalba Gómez Vásquez
Directora Dpto. de la Mujer CUT